Uno de los procesos naturales que conforma la personalidad de los vinos procedentes de nuestra finca de Viña Lanciano, es la fermentación maloláctica en barrica.
La fermentación maloláctica (FML) consiste en la transformación del ácido málico (presente en la pulpa de muchas frutas) en ácido láctico por medio de la acción metabólica de las bacterias lácticas contenidas en el vino, y que a diferencia de la fermentación alcohólica (FA) no es producida por las levaduras. Uno de los resultados inmediatos tras la misma es una bajada de la acidez global del vino, volviéndose más untuoso, graso y agradable al paladar, algo que ya hemos ido trabajando durante la FA y perfeccionando en la FML, removiendo semanalmente las lías para lograr un mayor volumen en boca.
Cada año, y antes de la llegada de la vendimia, adquirimos y examinamos una selección barricas de roble nuevo francés que “acogerán” a los futuros vinos de nuestra finca durante varios meses. Una fase vital durante la cual nuestro equipo de enólogos debe controlar con sumo cuidado todas y cada una de las barricas, prestando atención constante a la correcta temperatura y al nivel de pH , entre otros parámetros.
Sin duda este es uno de los procesos fundamentales para que nuestros vinos perfilen su personalidad, fruto de un experimentado y cuidadoso trabajo por parte de nuestro personal técnico y de bodega.